¿A quien conviene que se alargue el paro en la UNAM?

El activismo político en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) es una constante. Cada vez que se aproxima un proceso electoral a nivel federal o algo importante sucede en el país o en el mundo, o cuando nuestra casa de estudios se perfila hacia un proceso para nombrar rector, los integrantes de su comunidad suelen tomar partido y hacer valer su voz.

Y eso es extraordinario, pues dicha efervescencia contribuye a consolidar la naturaleza democrática de la institución, de suyo caracterizada por la libre expresión, la concurrencia simultánea de múltiples ideas y la posibilidad de disentir, sin descalificar al otro. Eso la enriquece y la hace única. Nuestra UNAM es, sin temor a equivocarme, la principal caja de resonancia a nivel nacional.  

Sin embargo, irónicamente, esa fortaleza se convierte en su mayor fragilidad por momentos. Para nadie es un secreto que la autonomía universitaria, tan determinante para su desarrollo como un entre de pensamiento crítico y propositivo, contrapeso del poder, en cualquiera de sus variantes, es también un oasis para grupos oportunistas, internos o externos -en ocasiones en alianza-, para generar condiciones de conflicto y usarlas con intereses mezquinos. 

Sin restar importancia a los justos reclamos por el atraso en los pagos a los docentes de asignatura y a los ayudantes de profesores, así como la legítima exigencia de mejorar sus condiciones laborales, es evidente de que paro de actividades que afecta a una veintena de entidades académicas de la UNAM, desde hace más de dos meses, tiene un alto componente gregario.

Ambas demandas son validas y merecen la máxima atención por parte de las autoridades. Y si nos atenemos a los hechos, así a sucedido. Los pagos, que por cierto se originaron por falta de personal administrativo, confinado ante los efectos de la emergencia sanitaria por la COVID-19, ya se cubrieron en su totalidad. Adicionalmente, las autoridades centrales de la Universidad establecieron acuerdos con los directores de facultades y escuelas con el propósito de simplificar la gestión administrativa y evitar que esto vuelva a repetirse. Eso es público, así como el Programa de Apoyo a la Permanencia del Personal Académico, que, aunque limitado, ofrece posibilidades reales de desarrollo a miles de docentes. 

Entonces, ¿por qué no se reanudan las actividades? Es simple. Porque hay grupos interesados en que esto no suceda. Vivimos un conflicto irreal, planeado desde el exterior, con una exigencia moralmente incuestionable: mejorar el salario del profesorado. Ah, eso sí, como comenté al inicio, exigencia montada sobre un escenario ventajoso: el proceso electoral de este 6 de junio, el más grade de la historia, donde más de 93 millones de mexicanas y mexicanos, según la lista nominal del Instituto Nacional Electoral, están convocados a elegir a 20,292 titulares a cargos de elección popular.

Como sucede en cada proceso electoral, como sucedió en la misma UNAM en 1999, grupos activistas han irrumpido en el horizonte con el aparente propósito de reivindicar aspectos laborales o de género, supuestamente violentados por la autoridad. 

Adoctrinados, con recursos retóricos más que ensayados, pues el discurso es el mismo en todas las asambleas paristas, estos colectivos han convencido a universitarios que, de buena fe, han apoyado la causa docente.

Lo que pocos se han puesto a pensar es quién o quiénes están detrás de estas “extrañas” coincidencias: descalificar el proceder de los directores, sembrando sospechas sobre la transparencia y legalidad de sus determinaciones; ubicarse como víctima o escalar el “conflicto” con nuevas demandas, muchas de las cuales no se podrán cumplir porque rebasan la capacidad autoridad o se contraponen a la legislación universitaria.

Lo que no saben quienes solidariamente apoyan el paro es que los grupos convocantes o participantes, como La Central de Estudiantes Universitarios, el Sindicato de Estudiantes Mx, Izquierda Revolucionaria Net, El Comité en Defensa de la Educación Pública (CEDEP), La Izquierda Diario México o Desde las Bases STUNAM, entre otros, son diferentes expresiones del pensamiento trotskysta, históricamente vinculado al Partido del Trabajo (PT).

No estoy acusando al PT de ser el autor intelectual del paro, pero resulta extraño que la corriente radical de Morena, la misma que profesa esta filosofía, esté interesada en este momento en expulsar a la derecha del gobierno y del partido de don Andrés Manuel, que son igual, pero son lo mismo.

En efecto, Morena enfrenta una doble andanada en el marco de los comicios: por un lado, la guerra sucia del PRIANPRD, y por el otro, el proceder de sus propias células que buscan eliminar del partido y del gobierno a políticos que identifican con la derecha, como Mario Delgado, Marcelo Ebrard y Manuel Bartlett.

¿Será que con el paro en la UNAM le están enviando un mensaje a Andrés Manuel? ¿Será circunstancial que el bloque del STUNAM que busca sacar a la secretaría general a Agustín Rodríguez en la próxima elección de ese sindicato, aplazada por la pandemia, esté vinculada a un sector de Morena?

Foto: josecardenas.com

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